En todos los tres hay un tono adolescente. El tres de espadas es un arcano menor que tiene complejidad y se extiende en el tiempo, incluso puede acompañarnos durante nuestra experiencia vital. A veces, logramos llevarlo sin que creamos que está con nosotros, será entonces necesario desentrañar lo que esconde el seis de espadas como lógica consecuencia de la suma de 3 + 3. Ambas cartas suelen representar un trauma reconducido de una manera, quizás eficiente, pero no eficaz.
En estos casos, enterrar lo que nos duele (mediante un dos de espadas o incluso un cuatro de oros), solo supone no vivir una vida en paz.
Ese tono adolescente del tres, pre púber, implica en las espadas el punto de partida de lo que se denomina patrón del abandono. Vivimos una experiencia siendo muy joven sin el apoyo de la personan que debía protegernos, guiarnos o enseñarnos a gestionar una situación para la que nunca estamos preparados, puesto que, pese a que hay personas con una gran desarrollada inteligencia emocional, el intelecto no se ha desarrollado. Si os fijáis, el seis sigue teniendo las mismas flores, cuatro.
Es necesario adentrarse (Ermitaño), no importa la edad, puede ser mucho más interesante desde la perspectiva adulta, para encontrar la raíz. Porque desde un intelecto más desarrollado podemos transformarlo en el tres de copas.
¿Qué significado tiene esas copas en relación con el tres de espadas?
De las espadas nacen flores, si os fijáis en los arcanos del Tarot de Marsella, las espadas están rodeadas por capullos, cuatro, en este caso. Ese cuatro supone la estabilidad que debe proteger la confusión implícita en el tres. Ese cuatro implica que el pensamiento debe estar bien dirigido en una edad en que el pensamiento nombra “saber” al “creer”. En una experiencia traumática, si existe ese pilar, la persona joven podrá crecer con la vivencia –puesto que el impulso de la espada es necesario-, y desarrollarse adecuadamente. Es inútil creer en la felicidad absoluta, también en la infancia y pubertad. Al fallar el soporte, si no existen flores, el tres se enquista y se clava en el corazón, como bien retrató el Tarot Rider. Lo más frecuente es que pensemos que tenemos que perdonar a la persona, personas o situaciones que vivimos y nos hicieron daño tal y como lo sentimos siendo niños.
En mi opinión, el Yo adulto puede y debe mirar al niño con el intelecto ya desarrollado y contarle que no tuvo la culpa de los errores y traumas de otros y que perdonar significa interiorizar eso con lo que hemos cargado y darnos cuenta de que somos dueños de nuestros errores y decisiones, vivir en paz y perdonarnos, es decir, convertir esa espada en una copa, el tres de copas.
Si en una lectura aparece muy marcado el tres es necesario ser consciente para buscar el tres de copas, trabajarlo. Desde la misma alegría “robada” en una edad que no se puede recuperar pero se puede entender sin que seamos el centro de la culpa, ganando siempre, las flores lo muestran, enredándose y más fuertes. Los obstáculos en el crecimiento personal se pueden observar en la presencia de espadas no interiorizadas que se proyectan en el futuro con una perspectiva del pasado. Es frecuente encontrar el seis de copas en dos momentos, en el pasado (reforzando un bloqueo) o en el futuro (pudiendo indicar que se sigue analizando hechos venideros con una mente de antaño).
Imaginemos que no lo conseguimos y una lectura viene marcada con estas espadas y el Diablo. Es la oportunidad de la liberación, ya que tras él vendrá la Torre, una vez conseguida una paz intermedia, La Templanza. Ese desafío no tiene tiempo, solo logros personales.