Quien demasiado consulta, nada prevé.
Partiendo de la base que puede solicitarse una consulta por diversos motivos uno de los más frecuentes es el motivado por la ansiedad o intranquilidad en algún aspecto de la vida, tanto trascental como cotidiana. Está prácticamente asumido que el abuso del la cartomancia acaba confundiendo más que tranquilizando porque al ser demasiado solicitados, los arcanos tienden a quedar vacíos e incluso pueden volverse en contra del consultante incrédulo o demasiado insistente. Esta insistencia crece exponencialmente ante la gratuidad o no de la consulta e incluso si es muy barata. Sabido es cuántas personas anteponen el argumento de la falta de recursos para preguntar gratuitamente justificando el sentido social que debe tener el Tarot. No podemos justificar todas nuestras actitudes, ni en el Tarot ni en niguna faceta de la vida. Una buena consulta tiene una duración media entre uno y tres años y de una sola consulta pueden explicarse con posterioridad infinidad de dudas.
El Tarot no puede servir como «arma mágica» para hallar el camino más fácil y evitar el sufrimiento. no. Creédme cuando os digo que no funciona. El sufrimiento y el dolor son necesarios, tanto que el propio Tarot no cuenta muchas veces el resultado de situaciones, sino que expresa la necesidad de aprender, caminar, reflexionar. Otra cosa es que nos prepare ante acontecimientos donde gestionar mejor psicológicamente nuestras emociones, pero, como repito muchas veces, quien abandona el entorno para emprender un camino más fácil puede quedar estancado sin avanzar en ninguna dirección, quedando en el mismo sitio durante muchas eternidades.
Cuando tomáis una decisión se presupone pensada al menos, reflexionada a veces. Es necesario contemplar de alguna manera el llamado efecto mariposa, cómo nuestras acciones están interrelacionadas sin llegar a un absolutismo radical, y prever que la carencia de principios o caer en la fácil justificación nos vuelve quizás blandos en exceso.
Espero estas palabras os ayude a reflexionar sobre la necesidad o no de una consulta, tanto gratuita como pagada.
Yo conozco bien este proceso compulsivo. Hace 8 años empecé a estudiar el tarot porque entré sin darme cuenta en la librería esotérica Atlantis, la más antigua de Londres, abierta en los años 20. Allí encontré un manuscrito destartalado del libro la Orden Hermética de la Aurora Dorada (The Golden Dawn), fundada en la ciudad en 1888.
La dueña de la librería era una mujer muy misteriosa, lo es todavía. Insistió en que me llevase el libro y me ofreció también un mazo de cartas, mi primer tarot.
A partir de ese momento comenzó un triste proceso de reclusion en el que me zambullí obsesivamente en los arcanos.
TODO mi tiempo libre lo dedicaba a hacer lecturas, obviamente erróneas, llenas de ansiedad. Mi ambición por encontrar respuestas me confinó a una relación ávida y tormentosa con las cartas que generó una profunda confusión y un estado de agotamiento mental muy poderoso. Les exigía sentencias y soluciones: verdades como puños, a cambio de no tener miedo. Creía que si les demostraba valor a la hora de ver todas aquellas torres caer, aquellos diablos y lunas… aquel loco recurrente…ellas me considerarían capaz y me «hablarían«.
Preguntaba una y mil veces sobre mi vida, desde la más insolente superficie a la más abisal de las distancias. Coaccionaba a las cartas con prepotencia, hacía experimentos para mezclarlas a mi antojo, para chantajearlas, para ponerlas a prueba.
Un buen día me dí cuenta de que había una combinación de dos naipes que se proponía constantemente: la sota de copas y el 9 de espadas. Empecé a hacer lecturas de 2 cartas y la aparición de estas dos era asombrosa. Salían siempre en este orden. Y lo más importante, no importaba mi pregunta, ni las veces que yo la hiciese, la respuesta era siempre la sota de copas y el 9 de espadas.
En mi experiencia aquel suceso marca un antes y un después. El tarot se negaba – literalmente – a comunicar conmigo. Era como si me dijese: Oeste ( sota de copas) basta, no te atrevas a usarme, lejos de aprender de mí estás nutriendo tu propia paranoia ( 9 de espadas). Y por primera vez sentí miedo.
Ese pánico íntimo no era hacia las cartas, sino hacia mí, hacia aquello en lo que me había convertido. Las cartas solo me habían mostrado lo que era primordial, la urgencia de un receso en el que ponderar mis propias fuerzas e intenciones. No había nada de valiente en mis lecturas, solo desorden y neurosis.
Decidí despedirme de ellas y meterlas en su cofre de cartón, no sin antes pedirles un ultimo consejo a una sola carta: La Templanza. Imprimí el arcano y lo colgué en mi habitación durante un año en el que no hice ninguna tirade. Fue muy extraño, pero tomando mis decisiones desde mi reflexión personal surgió en mí un arraigado sentimiento de autoconfianza.
Desde entonces no he vuelto a tocar aquel mazo de cartas ni a leer aquel hermoso libro. Uso el tarot de Marsella y me equivoco constantemente, hacia las cartas me guía siempre el respeto y la moderación. Sigo estudiándolas – en parte gracias a ti sacerdotisa y a este blog estupendo -porque creo que encierran en sí un mensaje que debe liberarse, la certeza de que cada uno de nosotros contiene las respuestas, desde las más leves e inofensivas intuiciones hasta la más crucial de las voluntades. Las cartas, como bien dices a menudo, son guías, mentores que nos orientan, pero somos solo nosotros quienes encarnamos el cambio, y solo si lo deseamos verdaderamente, desde nuestra entraña más luminosa. Yo misma lo olvido a menudo.
Es la primera vez que narro este particular de mi vida. Lo hago aquí porque quizás a alguien le pueda servir de espejo. Personalmente creo que la insistencia genera el caos interior y no conduce a nada, bloquea, impide el fluir de los hechos y la lucidez para aceptar los mismos.
Un abrazo sincero, O. C ( la sota de copas)
Que curioso Oeste, a mi me pasó algo parecido. La verdad es que yo aprendí con la española por mi abuela materna. Tengo gratos recuerdos de mi infancia y la paciencia con la que me explicaba pero yo nunca logré hilvanar las historias como lo hacía ella, a mi tantas cartas sobre el tapete me volvían loca. Así que las aparqué y fué con 20 años a raiz de un desengaño amoroso que comencé a preguntar compulsivamente, mis cartas eran loco y 10 de espadas, se repetían continuamente y llegué a la conclusión de que no hablaban de la relación en si. Me hablaban a mi… Estaba tan perdida en aquella época en todos los sentidos. Ahora solo lo hago con amistades y en contadas ocasiones para mi. Y como ritual antes pregunto, respiro profundo y saco una carta para ver si van a contestarme. Ese es mi truco.
Un besote.
Bonito, interesante e inspirador relato O. C. Mucho más sabiendo que está basado en tu propia experiencia. Yo no tengo una vivencia tan profunda como la tuya, aunque en algunos puntos se aproxima, aún así he aprendido y sigo aprendiendo cada día a respetar al tarot. Para mi fueron importantes las palabras de una amiga que conocí por internet a través de esta misma página y con la que me escribía a este respecto cuando un día me dijo: « voy a dejar de leer el tarot, porque quiero vivir los momentos de mi vida sin saber qué me espera, sean buenos o malos«, quizás no fueran esas la palabras exactas, pero es lo que quiso decir. Nunca se lo he dicho, pero me tocó profundamente. Yo todavía no he llegado a eso, todavía me falta camino.
Siempre es un placer leerte.
Un beso.
Bien Sacerdotisa, no sé cuanto tiempo realmente hay que esperar entre una consulta y otra, el tiempo que has mencionado me parece adecuado; pero no negarás que es tentador y perturbador, al mismo tiempo, disponer de un objeto vivo que te hable. Figuras e imágenes que te observan desde la profundidad de su mundo inmaterial y que pueden leerte, saber como estás, aconsejarte e incluso manipularte si quieren. Es tremendamente atractivo para todo el mundo y en todo momento, sin embargo creo que el tarot no es para todas las mentes, no es para las mente débiles, ingenuas, delicadas, enfermas, negacionistas o fácilmente influenciables, de ahí que haya que poner distancia entre una consulta y otra y de ahí que sea importante recurrir a un intérprete que sepa trasmitir la información codificada emitida por los arcanos. Este trabajo es difícil y duro y debe valorarse en su justa medida.
Un beso bella.
O. C, qué admiración me produce quien cuenta bien las historias, con un discurso detallado y estético. Gracias, sota de copas, por venir y contarnos, por tus palabras donde siempre hay un agradecimiento.
Ay el loco, ana, con lo formal que tú eres…
También leerte a ti, M. A.
Pues no es que tenga que ser años, M. A, por esto de la curiosidad pero sí que de una lectura puedes extraer conclusiones sin necesidad de volver a preguntar. Tengo clientes fijos cada mes y suelen preguntar lo mismo, parecido. Dicen que les ayuda, no sé, yo siempre les recuerdo el tema de la ansiedad… Por eso quizás no estoy retirada en oro, porque me parece que hay que ser honestos. Besos.
Seguramente éste no es el lugar idóneo para dejar este mesaje pero fue «la primera puerta que vi abierta«.
Somos colegas de profesión aunque, en mi caso, por desgracia, es secundaria a nivel de ingresos.
Hace mucho tiempo que te leo y admiro, no es habitual encontrar en este «mundillo» a personas cultas, formadas, con criterio y principios (estos últimos no van asociados a las tarifas precisamente… ).
Desde la humildad, creo que compartimos muchas perspectivas e ideas del tarot y su entorno… Ojalá algún día tuviese la oportunidad de una larga charla contigo, me da la impresión de que para mí sería muy enriquecedora.
Nada más, simplemente darte las gracias por poner un toque intelectual, elegante y culto en este malogrado entorno esotérico que nos ha tocado.
Un fuerte abrazo.
¡Muy bonito, Sacerdotisa, gracias! Creo que sí, que es ansiedad en la mayor parte de los casos.
Oeste, muchas gracias por tu historia, me ha parecido preciosa. Probablemente casi todo el mundo ha tenido su época de «abusar» y el tarot le ha «puesto en su sitio«.
Muchos besos.
Gracias a gente tan guapa como tú, María V, por dentro y por fuera, por todos los costados! Besos.
Hola sacerdotisa: ) que cierto es eso, hubo un tiempo que escribía e iba a diversos tarotistas para que me orientaran sus cartas, estaba totalmente obsesionada, finalmente todas decían cosas diferentes, o realmente no pasaba lo que me decían, así que desconfié de todas las fuentes de tarotistasy me encomendé a Dios para que me sanara, la verdad es que fué pasando el tiempo, y no he necesitado de las lecturas, aunque debo señalar que aveces me gustaría preguntar por curiosidad y luego me restrinjo… No quiero ilusionarme con cosas que supuestamente pasarán y luego no… Te escribo porque siempre te leo, y las veces que te escribí siempre has sido la más certera en tus respuestas y te agradezco siempre la frialdad y honestidad de decir las cosas, y si alguna vez te sigo escribiendo muy abusivamente acerca de un tema, enójate porque no es lo adecuado que seamos insistentes con el tarot: ) muchos cariños a la distancia…