Desde que comencé a gestionar este blog, allá por abril de 2011, he querido seguir la labor divulgativa comenzada por mis queridos Arcano y Alex al mismo tiempo que dejar mi visión y forma de entender el Tarot, su uso, su valía, así como compartir con vosotr@s esta idea.
Tanto en las consultas gratuitas como en las privadas pretendo dejar claro que el intérprete es un mero canal por el que la magia del mazo discurre, habla, vive. Indudablemente las características subjetivas del tarotista son importantes, su experiencia en el manejo, su intuición y capacidad. Pero lo cierto es que el Tarot habla cuando quiere y como quiere, de ahí que debamos ser respetuosos con él y tratar de superar su uso «vulgar» como mera atracción a la que se accede de modo fácil por su presencia común en la vida social.
Igual de importantes son las especialidades del consultante. Hay personas en quienes la lectura discurre como un río claro. En cambio otras no. Mi primera sentencia es:
1. No acudas al Tarot si no deseas que hable sobre aspectos de tu vida que no deseas tocar. Quien acude al Tarot ha de escuchar al Tarot. La interpretación debe ser exhaustiva, pero no conveniente, es decir, perder la objetividad. No es mejor ser pesimista en una lectura, pero impregnar la predicción de una falsa euforia o poca preocupación hace flaco favor a quien pregunta. El Tarot conjuga una amalgama importante de conocimientos, filosóficos, psicológicos, astológicos… todos ellos puestos al servicio de un camino íntimo de conocimiento y perfección, el camino que el Loco debe hacer desde el Mago hasta el Mundo, coronando una existencia de felicidad sin que necesarimente haya de ser material.
Lo mejor que puede sucederte al leerte el tarot es que si lo conoces en profundidad, tienes una buena herramienta tanto de orientación como de consejera que puede guiarte tanto en tus meditaciones como en ciertos momentos de tu vida siendo de una gran ayuda, sin olvidar su parte sanadora y protectora que aunque menos conocida no es menos valiosa.
Lo peor es la obsesión que en ocasiones afecta a la gente que pretende que las cartas les solucionen los problemas a los que no se quieren enfrentar abiertamente, cuando eso es imposible. Las cartas solo pueden ayudar aconsejando en cómo y a qué te debes enfrentar para salir lo mejor posible de una situación adversa. Pasividad y resistencia del consultante así como extremo optimismo (si te lees las cartas algo cambia) no son buenos amigos para una interpretación.
2. El Tarot no juzga, pero tampoco cede ante personas que no son sinceras.
3. Quien abusa del Tarot, quien demasiado consulta, nada prevé. La tradición no transige en modo alguno con quien aspira a encontrar tranquilidad en la cartomancia, el abuso de ésta acaba confundiendo al más tranquilo.
4. Quien espera hallar con una pregunta varias veces repetida un oráculo por fin satisfactorio comente un grave error, ya que no puede cambiarse el curso del destino abrumando la baraja con preguntas insistentes y ansiosas. Se puede cambiar la actitud frente a las situaciones difíciles de la vida, por las que inexorablemente hay que pasar. Podemos distinguir categorías:
-lo que sucederá seguro, accidentes, muertes, enfermedades, imprevistos y causas de fuerza mayor
-lo que puede suceder y yo puedo cambiar, errores que pueden solventarse, actitudes personales, estudios, reciclajes profesionales, algunas enfermedades
-lo que me niego a cambiar aunque deba hacerlo, es decir, perpetuar situaciones pendientes de resolver. Sobre todo relaciones sentimentales explotadas por miedo a la soledad, actitudes intolerantes, esperas irrenunciables. ¿Queremos progresar espiritualmente o sólo ser felices en una mediocridad autodefinida?
En este sentido, veo a diario que se preguntan cuestiones muy trascendentales hasta otras muy nimias. Si uno cree que abriendo las cartas se mueven ciertas energías, espíritus, algo indeterminado, esas preguntas pueriles no son sino una «burla» al esfuerzo que supone mirar las cartas.
5. Es importante contextualizar las tiradas. El intercambio de impresiones entre el intérprete y el consultante, llegar a conclusiones valiosas para ambos es fundamental. Cuando me dicen que mi servicio es caro puede parecerlo ante quien no tiene una cuestión importante que resolver, pero para quien la consulta se abre y no se cierra hasta que ha entendido lo que la cartas le dicen, no lo es, o quizás lo considere dinero bien empleado.
6. Respeta la tirada de cartas igual si es gratuita que pagada.
7. El intérprete no busca en la vida del consultante cotilleos con los que saciar su curiosidad. Usar las cartas como método de saber lo que por otros medios no es posible, a la larga trae consecuencias. Depende de cada persona el llevar la parte ética y moral a lo más alto, manifestando respeto por las «reglas del juego». Cuando un consultante paga, debe seguirse su indicación, no obstante, está en la posición personal del intérprete comentarle estos extremos.
8. No puedes preguntarle al Tarot qué debo hacer esperando un conjunto estricto de directrices, un planning para conseguir éxitos, que quizás no son los que el Tarot entiende como metas personales que coronan un camino evolutivo. Podemos pedir recomendaciones ante la situación pasada/presente y futura que vivimos, pero no ¿qué hago?, especialmente cuando solitos nos metemos en la charca.
9. Se puede ser intérprete vidente o no. En mi caso, no soy vidente, necesito tiempo y calma para las lecturas.
10. No hay que tener necesariamente un pregunta concreta que hacer. Sí veo positivo tener un tema o aspecto personal pero puede dejar que el Tarot hable libremente para que manifieste posibles obstáculos o resistencias de las que quizás no somos conscientes.