Este año os he traído, menos que nunca, sortilegios y rituales para comenzar el año nuevo con fuerzas renovadas. El principal motivo es porque durante el último año he crecido emocionalmente como no creí posible. La cuestión es muy simple: cuando tu cerebro tiene que enfrentarse a un reto y no es posible huir la solución es aprender y crecer.
Si tomamos el crecimiento como respuesta ante el dolor y el conflicto, creo no equivocarme si considero que de esta premisa conocemos todos la parte negativa porque todos sufrimos, lo hicimos y seguiremos haciendo, por diversos motivos, por nosotros u otros.
Los que me conocéis un poquito más sabéis que uno de los Arcanos que más curiosidad me provoca es el Diablo. Por su posición en el tercer ciclo, por su complejidad y sus infinitas posibilidades. Es un arcano que lleva acompañando todo el 2019 y sigue presente en mi futuro.
En este momento estoy convencida que es una liberación del ego y un enfrentamiento a mi miedo, a mi sombra, a mi oscuridad. El pasado que sigue presente y no nos deja acariciar como se merece el preciado futuro. Nuestra parte consciente es capaz de no pensar en ese dolor profundo que hemos superado en gran parte. Para recordar su raíz está la noche, el inconsciente y quizás el Diablo nos recuerde que la consciencia es algo más que una buena voluntad.
¿Qué sabemos realmente de nuestra sombra? ¿Cómo identificar lo que realmente nos hace felices? ¿Seremos felices mediante un acto oscuro? ¿Debemos ser todos seres blancos?
La aceptación de nosotros mismos no es tan fácil. Aceptarnos como somos, lo que queremos, cómo nos manejamos ante la vida parece algo obvio y sobre lo que no hay mucho que discutir. Sin embargo, cada día leo consultas y realizo lecturas sobre personas muy maduras, muy conscientes que tienen el crecimiento anclado. No consiguen lo que quieren, ¿realmente?
Unido al Diablo en una relación numérica e icónica se encuentra el Enamorado. El seis es el número de la búsqueda y la aceptación. Como he comentado en otras ocasiones, se relaciona directamente con el Colgado y el Juicio para mantener una relación progresiva a través de los tres niveles o grados de la experiencia. Pero no podemos olvidar al Diablo en esa secuencia. Por qué nos autolimitamos, por qué sentimos miedo al futuro y pensamos que llegado él estaremos seguros. Por qué nos invita a seguir adentrándonos en el camino que supone romper cadenas, más, cada vez más.
Así que os propongo algo para hacer este año nuevo, un propósito podría decirse.
Vamos a analizar el dolor más antiguo que tengamos. Ese relacionado probablemente con una injusticia no tratada, un abandono o un rechazo, quizás por una educación en exceso rigurosa o por falta de ella.
Ese miedo y dolor más antiguo que nos impide latir, como las espadas que taponan el corazón en el 3 del Rider.
Vamos a escribir ese anclaje negativo. Nadie puede verlo, solo nosotros.
Una vez escrito, valoraremos la posibilidad de tratarlo. Vamos a escribir por qué ese abandono o daño es tan personal que no pudo suceder a alguien más en nuestra misma posición.
Vamos a despersonalizar el dolor y vamos a quemar ese papel la noche del 31 de diciembre. Ese dolor quedará fuera de nosotros.
Comencemos ahora, para poder expulsarlo el 31 de diciembre. Sed sinceros, sed reflexivos. Esa sombra debe quedar a la luz.
Bella reflexión e interesante experimento, lo haré. Feliz Navidad querida sacerdotisa, te deseo sobre todo un 2020 en el que navegues a toda vela por ese océano de luz reciente que acabas de descubrir.
Con cariño, Tu Oeste Celeste *
Gracias, mi o. C! Espero que tú nunca dejes de hacerlo.
Gracias Sacerdotisa. Interesante el ritual.
Feliz año 2020 y a seguir creciendo.
Besos.