Este arcano menor se intuye como una lámina de felicidad y acumulación en la que la familia toma el protagonismo. Como sabemos, el 10 es acumulativo, en el oro implica opulencia y plenitud material pero ese es solo su sentido más superficial. La seguridad del sistema familiar establecido, la familia como ente defendible y defensor es a veces deseado en ciertas lecturas donde es esta la meta en lugar del 10 de copas. Entonces, ¿cuál es la diferencia?
Al margen de sus consideraciones mágicas, que podéis encontrar en cualquier texto, la diferencia se encuentra en la emocionalidad. En la primera carta, la seguidad alcanzada quizás cuente con más de una generación, pues el castillo se hereda sucesivamente, es el patrimonio familiar. En esa familia donde todo funciona, la pareja no se mira directamente, quizás de soslayo con cierta ansiedad, según diversos autores, pero no a los ojos. La seguridad es tangible y es conocida, pero superficial pues los elementos mágicos aparecen en esta carta del Rider y en ningún otro sitio y sus personajes no lo advierten. Mientras en el diez de copas se celebra la unión perfecta, que aunque se dibuje acompañada de hijos no es necesario la existencia, la comunicación del alma, el compañero, se celebra la satisfacción emocional debajo del arco iris, en el diez de oros no hay celebración, hay comodidad y opulencia. La diferencia puede radicar en que es el punto en que debemos valorar qué tipo de felicidad hemos alcanzado a través de la acumulación material y cuál con nuestras emociones en armonía.
Vengo a plantear este debate porque en muchas lecturas sentimentales el consultante tiene esta meta y se pregunta si su pareja está bien aspectada o encaminada. Bueno, pregunto, ¿en qué sentido lo quieres? Porque para mí es un error llegar a establecer una saga familiar donde la lucha quizás fue llevada por los abuelos y se goza de una posición cómoda desde el nacimiento, donde esa seguridad hace que no percibamos las cosas cotidianas y se pierda perspectiva de la vida, vives en otra línea. Sin embargo, la pareja que llega por evolución al diez de copas experimenta satisfacción en el alma que bien puede acompañarse de plenitud económica, quizás más cercana al 8 de oros o bien teniendo ambas cartas unidas. Un punto clave es la comunicación entre los miembros de la familia distinta en ambas láminas. El corazón lleno, en el que ha cesado las demandas emocionales frente a la plenitud que puede poner fin a un ciclo, no en vano podría verse a lo lejos el dibujo de una Torre, lo que se construye con orgullo. Jodorowsky cuenta los pétalos de segundo círculo de cada oro y obtiene la suma de 11 + 11: 22 o fin, totalidad del Tarot.
El matiz está en considerar el dinero la única riqueza y saber que todo lo que necesita siempre lo tendrá. Y se impone una lección, la del desapego o el uso de las cosas sin la necesidad de poseerlas.
En el diez de oros se ven arcadas, torres y un castillo. En el diez de copas, el horizonte, la naturaleza.